A 15 años de tu partida: un homenaje a mi padre

Hoy se cumplen 15 años desde que mi padre partió. Quince años desde que tuve que aprender a caminar sin su presencia física, pero con la certeza de que su legado sigue vivo en cada rincón de mi vida.

No hay un solo día en que no lo recuerde. No como una ausencia dolorosa, sino como una inspiración constante, como una voz que aún me guía.

Mi padre fue, ante todo, un hombre de bien. Un caballero en el sentido más pleno de la palabra: honesto, generoso, leal con sus amigos, y siempre dispuesto a tender la mano a quien lo necesitara. Pero fue también mucho más. Fue un amante del arte, de la música, de la literatura y de la vida misma.

De él heredé el gusto por la escritura, esa necesidad de traducir en palabras lo que el alma guarda. Publicó cinco libros, aunque en realidad escribió muchos más, dejando páginas llenas de sabiduría, sensibilidad y humanidad. Me enseñó que escribir no es solo un oficio, sino un acto de entrega: una forma de compartir con los demás lo que uno es y lo que uno cree.

Me transmitió también su amor por la música, por la belleza de las cosas simples, por la conversación sincera con los amigos, por la familia como el núcleo más sagrado de la vida. Él sabía que la riqueza verdadera no está en lo que acumulamos, sino en lo que compartimos.

Su corazón estaba profundamente ligado a su natal Grecia, ese pueblo que lo vio crecer y al que siempre llevó con orgullo en el alma. De nuestra familia, con raíces firmes en esta tierra, heredó un cariño inmenso que nos enseñó a valorar lo propio, a mantener viva la identidad, a sentirnos parte de una historia mayor.

Han pasado 15 años y aún me descubro queriendo contarle cosas, compartirle mis proyectos, pedirle un consejo o simplemente disfrutar de su compañía mientras toco su música. Y, sin embargo, de alguna manera siento que sigue aquí, en cada decisión que tomo, en cada palabra que escribo, en cada acorde que toco.

Hoy quiero rendirle homenaje no desde la tristeza, sino desde la gratitud. Porque tuve el privilegio de llamarlo padre. Porque me dió con su vida el mejor ejemplo de lo que significa ser íntegro, auténtico y humano.

Gracias “papi”, por tu legado, por tu inspiración, por tu amor.

Quince años después, sigues siendo mi faro.


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