Un sistema que desconoce el verdadero valor del talento
Durante una etapa de mi vida profesional, me encontré sin proyectos, en transición. Tenía experiencia, resultados, liderazgo… y, sin embargo, las oportunidades no llegaban. No porque no existieran.
Sino porque el sistema está hecho para el que sabe venderse, no para el que sabe hacer.
Y aún ahora, al observar en las redes sociales, tantos perfiles de empresas y profesionales, veo que el problema persiste.
No es que falte talento. Es que está mal conectado.
Y en ese desajuste, se pierden grandes profesionales, se desaprovechan puestos importantes, y todos -profesionales y empresas- terminan frustrados.
Aquí te comparto cuatro puntos donde creo que está el corazón del problema:
1. El profesional experto que no sabe cómo venderse
La mayoría de los profesionales con años de experiencia no saben cómo venderse, ni quieren hacerlo.
No porque les falte capacidad, sino porque su energía está puesta en producir, no en autopromocionarse.
Ellos quieren resolver problemas, liderar equipos, ejecutar proyectos.
No pasar horas diseñando un CV, buscando ofertas mal redactadas, o llenando formularios que parecen más filtros que invitaciones.
Se vuelven invisibles en plataformas que premian al más visible, no al más valioso.
Y por eso, el mercado los deja pasar.
2. Las empresas que deben buscar la aguja en el pajar
Del otro lado, están las empresas.
Saturadas de hojas de vida, entrevistas eternas y filtros poco humanos.
Los gerentes quieren encontrar a la persona indicada, no leer cien perfiles parecidos.
Pero el sistema los obliga a revisar montañas de candidatos, muchos de ellos sobrecalificados, mal ubicados o sin verdadera motivación.
¿El resultado? Decisiones tardías, procesos largos y riesgo alto.
Se pierde tiempo, se pierde dinero… y se pierde enfoque.
3. Las oportunidades que se pierden entre el ruido
Cada día se publican miles de vacantes.
Y hay miles de profesionales que podrían llenarlas con excelencia.
Pero el sistema está roto:
No hay puentes reales entre unos y otros.
Solo un océano de ruido, algoritmos y búsquedas que no conectan a personas, sino a palabras clave.
Las empresas pierden talento .
Y los profesionales pierden oportunidades.
Nadie gana.
4. Los salarios que no reflejan el verdadero valor
Un profesional que no sabe posicionarse, tampoco sabe negociar.
Y muchas veces aceptan condiciones que no reflejan su talento, ni su aporte.
Por miedo, por necesidad o por falta de acompañamiento, termina cediendo más de la cuenta.
Y cuando el salario no compensa el valor ni la entrega, el compromiso se debilita.
Las empresas creen que contrataron bien, pero en el fondo, el desgaste ya empezó.
Entonces… ¿qué falta?
Lo que falta no es talento.
Tampoco es demanda.
Lo que falta es un puente profesional que conecte ambos mundos con intención y estrategia.
Un nuevo tipo de figura: alguien que represente personas, no vacantes.
Una persona o empresa que trabaje con talento senior y lo acompañe activamente en su posicionamiento profesional:
- Que conozca a fondo su perfil.
- Que sepa identificar su valor real, no solo técnico, sino también humano.
- Que lo ayude a construir una narrativa coherente, actual y atractiva.
- Y que se mueva con propósito, abriendo puertas que muchas veces no están publicadas, pero sí existen.
Un agente de profesionales. Un gestor de trayectorias.
No sería una headhunter tradicional, porque los headhunters trabajan para las empresas y buscan cubrir vacantes ya definidas.
Tampoco sería un coach de carrera.
Sería algo diferente:
Alguien que entiende el mercado, pero que se alía con el profesional.
Este nuevo modelo tendría una visión bidireccional:
- Por un lado, humanizaría el proceso para quien busca una oportunidad -sin convertirlo en un vendedor de sí mismo-.
- Y por otro, facilitaría a las empresas la llegada de talento ya validado, bien enfocado, y con una propuesta clara de valor.
La propuesta no es utópica.
Es totalmente realizable. Y necesaria.
Empresas ganarían eficiencia y calidad en la selección.
Profesionales recuperarían confianza y visibilidad.
Y el sistema de contratación comenzaría a moverse hacia donde debe estar:
en las personas, no en los procesos.
Esta es una oportunidad que aún está vacante
No se trata de reformar plataformas.
Ni de crear más filtros automáticos.
Se trata de construir relaciones.
Este modelo -llamémosle representación estratégica de talento– puede marcar una nueva era para el desarrollo profesional.
Una donde las personas no tengan que luchar solas por ser vistas, ni las empresas por encontrar lo que buscan.
Y quizás, si este puente se construye, podamos dejar de perder tantos profesionales valiosos…
y tantas oportunidades que hoy se diluyen en el ruido.

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