Hay canciones que no solo se oyen, se sienten.
“Toitico bien empacao”, de la cantautora colombiana Katie James, es una de esas joyas que llegan directo al corazón, porque más que notas y palabras, encierra la esencia de un modo de vivir que poco a poco parece escaparse de nuestras manos.
La primera vez que escuché esta canción, sentí que abría una ventana a recuerdos de una vida más simple, como me comentaba mi padre que eran sus tiempos, más conectada con la tierra y con los demás. Y al mismo tiempo, noté que muchas de esas tradiciones, esos valores y esa identidad, se están perdiendo.
Un canto a lo sencillo… y a lo olvidado
”Toitico bien empacao” es un homenaje al campesino, al hombre y la mujer que viven de su tierra, de sus costumbres, de sus oficios humildes pero llenos de dignidad.
Es la celebración de lo cotidiano: el paseo a caballo, la molienda de la caña, la preparación artesanal de los alimentos, la vida entre vecinos. Me recuerda mucho las visitas a la casa de mi abuelita materna cuando era niño, como cocinaba con leña, preparaba las ricas melcochas y el “sobao”, hechos con la miel de la caña, sus panes caseros y los vecinos y amigos que siempre llegaban a visitarla, sin cita previa, sin avisar, y siempre había café y pan fresco para darles.
El estribillo, cargado de verdad y nostalgia, lo retrata con fuerza:
“Y cuénteme, ¿qué sabe de su tierra?
Cuénteme, ¿qué sabe de su abuela?
Cuénteme, ¿qué sabe del maíz?
¿O acaso ha olvidado sus antepasados y su raíz?”
Estás líneas nos invitan a preguntarnos qué tanto de nuestras raíces recordamos realmente, o si ya solo consumimos productos sin saber de dónde vienen, sin reconocer el esfuerzo, la historia y la cultura detrás de cada uno.
Una experiencia inolvidable
Tuve la dicha de escuchar a Katie James en vivo hace algunos meses, durante su gira de presentación por tierras mexicanas. Sentado en aquella sala, con cada acorde y cada palabra, confirmé que esta canción no solo es música: es memoria viva.
Ver cómo la gente cantaba, sonreía y hasta se emocionaba, me hizo pensar en lo mucho que nos une la nostalgia de lo auténtico, de lo propio.
Al final del concierto, pude compartir unas pocas palabras con ella, mientras nos tomábamos unas fotos para el recuerdo. Ver su autenticidad, su felicidad al hablar de lo emocionada que estaba de compartir su obra con un público nuevo que la acogió desde el primer compás, me hizo valorar aún más esas cosas que cada día perdemos sin darnos cuenta.
¿Qué estamos perdiendo?
Escuchar esta canción también invita a una reflexión más profunda: ¿Cuánto de esas costumbres, de esa identidad rural y comunitaria, sigue viva hoy? ¿Cuánto hemos sacrificado en aras de la modernidad?
La globalización, el crecimiento urbano, la velocidad de la vida contemporánea nos han hecho olvidar palabras, saberes, maneras de vivir que definieron a generaciones enteras.
Y cada olvido es una pequeña pérdida de quienes somos.
El valor de recordar
”Toitico bien empacao” no es solo un canto bonito.
Es un recordatorio de que no debemos perder el contacto con nuestras raíces. Es una invitación a valorar lo nuestro, a enseñar a las nuevas generaciones de dónde vienen las cosas que hoy damos por sentadas; a enseñarles de dónde venimos, para saber quienes somos.
No se trata de rechazar el progreso, eso iría en contra de mi propio quehacer, sino de avanzar sin olvidar de dónde venimos.
Una invitación
Te invito a escuchar esta canción con calma, con el corazón abierto.
A dejar que te envuelva esa melancolía hermosa, y quizás, a recordar quién sos y de dónde venís.
Aquí te dejo el enlace para que la disfrutés:
Que nunca se nos olvide que, en las cosas más sencillas y auténticas, está guardada nuestra mayor riqueza.

Deja un comentario